La Torre, Trabajando nuestra voluntad
En el camino espiritual, el crecimiento no se da cuando queremos, sino cuando estamos preparados para ello, cuando hemos logrado una transformación interior que permite que la verdad espiritual, aquella que viene desde lo superior, de lo divino, nos habite. Podemos ver que este rayo que golpea la Torre no es el verdadero origen de la transformación, sino que fue la consecuencia de que ella ocurriera, pues significa que ya estamos preparados para profundizar mucho más en nosotros mismos.
El fuego transforma, pues cambia lo que está de manera irrevocable: no podemos restaurar una casa totalmente quemada, pero la podemos reconstruir. En este sentido, el fuego divino, que desciende a la Torre, busca transformar, de manera irreversible a la persona: “quemar” las viejas ataduras, las ideas obsoletas que ya no me sirven en una nueva etapa.
Entonces, la Torre nos habla de un cambio, pero no de un cambio cualquiera, ni en cualquier momento. Nos habla de transformaciones que somos capaces de llevar a cabo. Dice el dicho hermético: “Cuando el oído del discípulo está preparado, llega el maestro a llenarlo de sabiduría”, la Torre es el maestro que, por arte divino, nos impulsa a transformarnos, porque estamos listos para ello, aunque, tal vez, no lo sepamos. Los cambios solo se dan como consecuencia, es decir, solo se modifica algo que tenga la condición de ser modificado.
¿Qué tipo de cambio es el que propone la Torre? Un cambio liberador, que como desafío interior nos llama a “Conquistar la Libertad”, es decir a luchar, a trabajar por liberar nuestras ataduras, lo que se traduce en el trabajo sobre la voluntad dirigida al desarrollo interior. Es la voluntad del ser humano quien lo ha puesto en el camino del desarrollo interior, que le ha llevado a aceptar sus miedos en la carta del Diablo, y que lo dejo preparado para, en la carta de la Torre, luchar para liberarse de estas ataduras que ahora ve con claridad.
En el tarot de Waite, la torre del arcano 16 representa a la persona. Existe una alusión directa a nosotros mismos y al golpe requerido para liberarnos de la “cáscara” que nos impide movernos con libertad. Recuerdan cuando, en la película “Forrest Gump”, el pequeño Forrest, ante la amenaza de otros chicos que lo estaban molestado, se larga a correr y poco a poco, se va liberando de las prótesis que no le permiten moverse con libertad. Estas prótesis se encuentran allí por muy buenos motivos, Forrest nació con la espalda “retorcida”, y requirió de aquellos elementos para crecer, pero llegado el momento, también se volvieron su limitación, aquello que no le permitía llegar más allá.
Pueden ver el video de esa clásica escena:
El rayo y la congruencia con el mundo interior
Venimos saliendo de la carta “El Diablo”, donde voluntariamente nos hemos puesto en un proceso de purificación, en la que se nos pidió reconocer nuestros miedos. Una vez superada esta prueba, vamos por el segundo paso: ya conozco mis zonas oscuras, toca el momento de trabajar sobre ellas.
Pero, ¿dónde se originan estas zonas? Cada persona ha recorrido un largo camino en su proceso de vida, desde la infancia hasta nuestro estado actual. Es en este caminar que aprendimos valiosas lecciones que nos permitieron sortear todo tipo de problemas. Pero aquella adaptación que fue buena en el pasado, no necesariamente es buena en el presente y futuro.
Comienzan a aparecer incongruencias entre lo que sentimos y pensamos versus lo que decimos y hacemos. Ya sea porque es “lo correcto” de hacer o porque tenemos miedo a cómo reaccionará el otro, lo cierto es que no vivimos de forma verdadera, nuestro “yo” esencial duerme en nuestro interior sin tener oportunidad de expresarse.
La problemática surge cuando, aunque podemos ver aquello que ya no nos sirve, no somos capaces de actuar, pensar o sentir de otra forma, estamos tan acostumbrados a nuestras formas habituales de ser que cuando queremos actuar en una forma novedosa o creativa, nuestra mente consciente se rebela, y utiliza todas sus herramientas para evitar actuar de una forma que no le acomoda. Necesitamos algo más potente para producir el cambio profundo.
En el tarot de Waite, vemos la representación del rayo que destruye la cabeza de la torre
En el tarot de marsella, podemos apreciar al sol como origen del rayo, indicador del acto divino
Un rayo que proviene del cielo destruye la parte superior de la torre moviendo la corona, que en la kabalah es el símbolo de la divinidad, nuestra más alta aspiración. Si observamos detenidamente la carta podemos ver que este rayo llega desde fuera; al analizar el tarot de Marsella incluso se puede apreciar que su origen se encuentra en el sol, lugar donde desde el punto de vista esotérico moran seres divinos guías de la evolución humana, dando a entender el nacimiento divino de esta acción. Este rayo purificador es un “bautismo de fuego”, una iniciación. Es lo divino dándonos una oportunidad de transformación que busca modificar el alma humana y elevarla al plano espiritual que como semilla late en nuestro interior. Por lo tanto, este rayo, junto con su destrucción, es la divinidad que viene en nuestra ayuda. Su fuerza destructiva – transformadora nos permite liberarnos de las ataduras libremente adoptadas. Permite que botemos la cáscara de nuestra persona, para que emerja la esencia, que, en el sentido de lo propuesto corresponde a aquello que siempre ha estado en nuestro interior, pero que no nos permitíamos desenvolver.